La importancia de lo más pequeño

La importancia de lo más pequeño
Observando una mariquita

lunes, 16 de noviembre de 2009

Reflexión sobre un cuento



Una amiga me escribió un mail, en el que hablaba de la siguiente historia, escrita por Jorge Bucay:

Un alumno llegó a su profesor con un problema:

-Estoy aquí, profesor, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Dicen que no sirvo para nada, que no hago nada bien, que soy tonto y muy idiota ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El profesor, sin mirarlo, le dijo:
-Lo siento mucho, joven, pero ahora no puedo ayudarte. Primero debo resolver mi propio problema, tal vez después... Y haciendo una pausa dijo: Si tú me ayudas y puedo resolver mi problema rápidamente, quizá pueda ayudarte a resolver el tuyo.

- Claro, profesor, murmuró el joven. Pero se sintió otra vez desvalorizado

El profesor se sacó un anillo que llevaba en el dedo pequeño, se lo dio y le dijo:

Coge el caballo y vete al mercado. Debes vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es preciso que obtengas por él el máximo posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y vuelve con la moneda lo más rápido posible. El joven cogió el anillo y partió. Cuando llegó al mercado empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Ellos miraban con algún interés, atendiendo al joven cuando decía cuanto pretendía por el anillo.
Cuando decía que una moneda de oro, algunos reían, otros se apartaban sin mirarlo. Solamente un viejecito fue amable de explicarle que una moneda de oro era mucho valor para comprar un anillo Intentando ayudar al joven, llegaron a ofrecerle una moneda de plata y una jícara de cobre, pero el joven seguía las instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazaba las ofertas.

Después de ofrecer la joya a todos los que pasaban por el mercado, y abatido por el fracaso, montó en el caballo y regresó. El joven deseaba tener una moneda de oro para comprar el mismo el anillo, librando de la preocupación a su profesor pudiendo así recibir su ayuda y consejos.

Entró en la casa y dijo:
-Profesor, lo siento mucho, pero es imposible conseguir lo que me pidió. Tal vez pudiese conseguir 2 ó 3 monedas de plata, pero no creo que se pueda engañar a nadie sobre el valor del anillo.
-Importante lo que me dices, joven, le contestó sonriente. Primero debemos saber el valor del anillo. Vuelve a coger el caballo y vas a ver al joyero. Quien mejor para saber su valor exacto? Pero no importa cuanto te ofrezca, no lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven fue a ver al joyero y le dio el anillo para que lo examinara. El joyero lo examinó con una lupa, lo pesó y le dijo:
-Dile a tu profesor que, que si lo quiere vender ahora no puedo darle más de 58 monedas de oro.
-58 MONEDAS DE ORO!!, exclamó el joven.
-Si, contestó el joyero, y creo que con el tiempo podría ofrecer cerca de 70 monedas, pero si la venta es urgente

El joven corrió emocionado a casa del profesor para contarle lo ocurrido.
-Siéntate, dijo el profesor, y después de escuchar todo lo que el joven le contó, le dijo:

Tu eres como ese anillo, una joya valiosa y única. Solamente puede ser valorada por un especialista.
Pensabas que cualquiera podía descubrir su verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a colocarse su anillo en el dedo.

Todos somos como esta joya. Valioso y únicos y andamos por todos los mercados de la vida pretendiendo que personas inexpertas nos valoren.

Que razón!!! no podemos pretender gustar a todo el mundo, hay a quien no gustamos, pero que más da, tenemos a personas a nuestro alrededor que nos quieren, y esas son las que importan, porque saben como somos realmente y aunque encontremos a gente que nos desvaloriza, no tenemos que sentirnos mal, cada uno de nosotros es como es, y mientras seamos nosotros mismos, da igual a quien caigamos en gracia y a quien no.

¿Quizás a nosotros nos gusta todo el mundo con quien nos cruzamos? no, no es así, pero hemos de aceptar que cada persona es como es, nos guste más o menos, solo con el hecho de aceptarlo ya podemos ver a esa persona de una manera diferente.

Por otra parte, aunque creamos que una persona que nos humilla o desvaloriza, es una persona "mala", si aceptamos que esa persona es así, (sea cual sea el motivo, pueden haber motivos personales que la hayan llevado a tener esa conducta), nosotros no tendremos más remedio que sentir por ella, compasión, y de esta manera no tendremos la necesidad de alimentar nuestro ego para responderle de la misma manera, porque en realidad, lo que habla de esa persona es su ego. El ego siempre quiere tener la razón, siempre tiene que quedar por encima de los demás. Nosotros tenemos que pensar que cuando nos cruzamos con una persona, que por ejemplo nos insulta, no es ella misma la que lo hace, si no su ego, él sobrevive así, manipula a la persona, pero si nosotros sabemos esto, no tendremos respuesta para el insulto. Si insultamos, estamos alimentando nuestro ego, no hemos entendido nada, tú sabes como eres interiormente, no necesitas insultar a nadie para demostrar nada.

Leí en un libro algo así como: "si te insultan, mantente quieto sin responder, no emitas juicios, no alimentes tú ego, si te alaban, mantente quieto sin responder, no emitas juicios, no alimentes tú ego, solo escucha y observa, deja que digan lo que tienen que decir, pero no respondas ni para bien, ni para mal, si lo haces, no serás tú el que responda, si no tú ego"


Sory